lunes, 1 de junio de 2009

Ser o no ser, esa es la cuestión


La vida es una cuestión de saber elegir

El día 19 de este mes de junio se cumplen diez años del día de mi boda. Uno de los días más felices de mi vida y donde tomé una de las decisiones más importantes: casarme con Berta y amarla y serle fiel en la salud y en la enfermedad, en la pobreza en la riqueza todos los días de mi vida. Se trata de una decisión muy importante ya que con un sí no sólo se sella un compromiso muy fuerte con una persona sino que supone al mismo tiempo decir que no a todas las demás.

¿Porque la escogí a ella? La respuesta es sencilla. Era la opción natural. Nos conocimos de adolescentes, se convirtió en mi mejor amiga, construimos una gran relación basada en la comunicación y en la confianza. Con el paso del tiempo la amistad se transformó en algo más y nos enamoramos. Me inspira seguridad a la vez que tenemos caracteres complementarios. Alguien que te completa y que encima de hace sentir siempre cómodo y con quien siempre te puedes entender fácilmente posee todos los atractivos y valores para cimentar una vida en común feliz, sólida y duradera.

En la sociedad de la abundancia en la que todavía vivimos disfrutamos de demasiadas opciones a la hora de tomar nuestras decisiones y curiosamente nos encontramos con la paradoja de que cuanto más podemos elegir más infelices somos. La creencia habitual de que disponer de más opciones en la vida, implica más libertad y que esto acaba redundado en tener un mayor bienestar no resulta del todo cierto.

Este hecho es debido a que la posibilidad de tener muchas elecciones provoca básicamente dos efectos en las personas. El primero es que genera una acción paralizante en el individuo ya que ante tantas opciones el ser humano experimenta dificultades en la toma de decisiones. La segunda es que nos encontramos menos satisfechos con la opción tomada que si hubiéramos tenido menos opciones para decidir.

Este último punto se manifiesta de forma clara si pensamos que cuantas más opciones tenemos más fácil resulta lamentarse por haber escogido la errónea. También es cierto que cuando podemos elegir entre tantas cosas más fácil es comparar lo elegido con las opciones descartadas. Cuando elijo una opción rechazo a la vez otras y puede que las acabe considerando mejores que la elegida.

Con tantas opciones las expectativas acerca de lo elegido son muy altas y cuanto mayores son las expectativas acerca de algo más probable es que la realidad nos acabe decepcionando. Finalmente, no hay que olvidar que cuando no estamos satisfechos de las elecciones sobre las que tenemos tantas expectativas el único responsable es uno mismo. Acabamos entonces quejándonos de mostros mismos.

Es decir, desde la compra de productos de consumo: unos pantalones, una TV, salsa para la ensalada, etc; a la elección del estilo de vida (donde vivir, en que trabajar, con quien y donde casarse, etc; llegamos al mismo punto: tener demasiadas opciones acaba mermando la felicidad.

El éxito en cualquier ámbito de la vida radica a mí entender en ser capaz de tomar la decisión adecuada en aquellos momentos que, aun siendo pocos y concretos, resultan decisivos en el devenir futuro. En estas situaciones las opciones no son tantas y se reducen entre elegir lo fácil o lo correcto y, no hay que olvidarlo nunca, que lo difícil es enemigo de lo cobarde.

Os deseo a todos que tengáis acierto en vuestras decisiones futuras.

1 comentario:

  1. gracies, per molts anys igualment, ets i sempre seras la meva millor elecció! t'estimo.
    Berta.

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