viernes, 11 de diciembre de 2009

Buscando en tu interior




Para cambiar el mundo hay que empezar por cambiar uno mismo


Se acerca la Navidad. Una época de celebración y espiritualidad. Unos momentos en que se busca a toda costa ser feliz. Pero, ¿Cómo? Siguiendo la dinámica materialista del consumo compulsivo para ocultar otras realidades espinosas o más bien disfrutando de una etapa de recogimiento interior que permita el nacimiento de valores y sensaciones que nos completen como personas. ¿Tener o ser? A modo ilustrativo os propongo la siguiente fábula.


Dice el cuento que en el principio de los tiempos se reunieron diversos demonios para realizar una diablura. Uno de ellos dijo: “Tenemos que quitar alguna cosa a los hombres, pero ¿qué les podemos robar?”. Después de pensar mucho en ello uno dijo: “¡Ya lo tengo! Les quitaremos la felicidad, pero el problema es donde la esconderemos para que no la puedan encontrar”.


El primero propuso: “La esconderemos en la cima de la montaña más alta del mundo”. Inmediatamente el otro le dijo: “No, recuerda que tienen fuerza; un día alguien podría llegar a subir y encontrarla, y si la encuentra uno todos sabrán donde esta”.


Poco rato después otro propuso: “Entonces la esconderemos en el fondo del mar”. Y otro contesto: “No, recuerda que tienen curiosidad; un día alguien construirá un aparato para poder bajar y la encontrará”.


Otro propuso: “Escondámosla en un planeta lejano de la Tierra”. Y le dijeron: “No, recuerda que tienen inteligencia; un día alguien construirá una nave para poder viajar a otros planetas y lo descubrirán, y entonces todos tendrán la felicidad.


El último de los demonios no había pronunciado ninguna palabra y había escuchado atentamente todas las propuestas anteriores. Las analizó todas y entonces dijo:”Creo que ya sé donde la podemos poner porque realmente no la encontrarán nunca”. Todos lo miraron sorprendidos y le preguntaron al mismo tiempo: “¿Dónde?”.


El demonio contestó: “La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera que no la encontrarán nunca”. Todos estuvieron de acuerdo y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la lleva dentro.


Debemos buscar en nuestro interior para encontrar el camino de la felicidad. Es verdad que los seres humanos tenemos fuerza, inteligencia y curiosidad. Pero lo que los diablos del cuento no tuvieron en cuenta es que también tenemos compasión, sabiduría y paciencia. Es por ello que la felicidad depende de nosotros mismos. Sólo hay que mirar hacia nuestro interior y en el de los demás y buscar el equilibrio de la fuerza que con nos conecta a todos nosotros.

Nacer sin ayuda


¿Qué es ser bueno? Ser valiente es ser bueno
La resilencia es un término que está asociado a la capacidad de los sujetos a sobreponerse a las adversidades, pérdidas o periodos de intenso dolor emocional. Cuando una persona es capaz de hacerlo se dice que tiene la resilencia adecuada y puede superar los contratiempos o incluso salir reforzado. En el mundo animal encontraremos una comparación muy ilustrativa.

El gusano de seda construye un capullo para posteriormente liberarse y renacer como una mariposa después de la metamorfosis. El proceso de liberación es extremamente complicado porque la crisálida debe aplicar una enorme cantidad de fuerza con sus apenas formadas alas para romper la cáscara de seda que la ha protegido durante su transformación.

Los científicos estaban intrigados sobre qué pasaría si ayudaban a la mariposa en este proceso e intentaron asistirlo para comprobarlo. Así que cuando llegó el momento de la liberación abrieron artificialmente desde el exterior una serie de capullos. Las mariposas ilesas comenzaron a hormiguear liberadas de la seda, pero fueron incapaces de arrancar el vuelo. No se pudieron alimentar y murieron, porque no podían ni sabían volar. Ninguna fue capaz de elevarse por el aire y, como en ese estado no podían acceder al néctar de ninguna flor, murieron de inanición.

De esta prueba científica se desprende que el sobreesfuerzo, la gran cantidad de energía desplegada por las mariposas para abrir el capullo, es necesario para que después confíen en la fuerza de sus alas. Pero si no pasan por la experiencia de hacerlo de manera autónoma, si no lo experimentan en primera persona, no tienen ningún recuerdo ni sentido de seguridad, cosa que podemos trasladarla fácilmente al mundo de los seres humanos. No se atreven a abandonar la seguridad que les ofrece la tierra y mueren.

Este fenómeno hace pensar mucho en las personas que no se atreven a vivir su propia experiencia. De esta forma, completar el de duelo desencadenado por una grave crisis, por una gran pérdida, podría ser considerado como la metamorfosis después de la cual nos libreamos de la coraza del dolor que nos contenía pero que lentamente ha ido cayendo, en el ejercicio del reconocimiento de la nueva realidad, de asumir el dolor, de encontrarle un sentido y de constatar que, a pesar de todo, la vida vale la pena vivirla con entrega y gratitud.

Así es como podemos vencer el caparazón de la angustia, la tristeza y el desasosiego; utilizando las alas de nuestro espíritu renovado para volar como un nuevo ser hacia los horizontes de nuestro destino.