miércoles, 1 de julio de 2009

La inteligencia social



Los individuos y el conjunto

Los seres humanos hemos instaurado la inteligencia individual, la autonomía personal, la realización del yo en lo más alto de nuestra escala de valores. El individualismo ha constituido la esencia de nuestro sistema desde hace más de 200 años y los resultados han sido espectaculares en lo bueno y en lo malo.

Hemos creado y destruido como ninguna especie lo ha hecho. Nuestra inteligencia social se colapsa a veces. El siglo XX ha sido testigo de crueles estupideces colectivas. El modelo que hemos generado se encuentra ya agotado y debe cambiar de alguna manera ya que no lleva a ningún sitio.

La inteligencia individual no es de fiar. Puede justificar el egoísmo mas desmesurado, el egocentrismo más feroz. Si sólo procuramos por nosotros y tan solo nosotros mismos en el fondo nos hacemos más débiles y manipulables ante los poderes que controlan el mundo. Divididos en islas somos fácilmente controlables y no tenemos nada que hacer. Somos ricos como individuos y colectivamente podemos hacer más y mejor que si nos planteamos las cosas de forma aislada.
La solución tampoco está en el colectivismo que anula la iniciativa y la libertad individual en aras de un supuesto bien colectivo. Todos necesitamos alicientes e incentivos para sentirnos realizados como personas. Si limitamos las capacidades innatas del individuo corremos el peligro de sucumbir a una mediocridad generalizada.

El modelo futuro quizás debe estar en un modo de relacionarse que aumente las posibilidades de cada uno de los participantes, sin mermar las capacidades del conjunto. La idea básica consistiría en conseguir que la interacción de los individuos de nuestra colectividad sea de tal forma que consiga producir un aumento de la capacidad del conjunto. De esta manera, el talento individual debe contribuir a la construcción de la inteligencia compartida del colectivo, que a su vez ha de aumentar las posibilidades de sus miembros. El objetivo debería ser obtener una espiral de realimentación positiva entre el individuo y el colectivo.

Es preciso tener el convencimiento, la voluntad y el coraje de que trabajando conjuntamente podemos establecer las bases sólidas para crear un sistema de valores que procure hacer las cosas de una forma más equitativa y mejor. Quizás suene idealista pero sólo las personas que tienen ideas diferentes son capaces de transformar el mundo. Es más poderosa una idea que 100 cañones. La alternativa de no hacer nada y esperar no tiene ningún sentido. Al mundo le toca cambiar y ya está cambiando.

Nuestro mundo empieza con nosotros mismos como personas, nuestra pareja, hijos, familia, amigos, etc. Si este mundo nuestro no cambia o no cree que deba cambiar entonces vamos mal. El inmovilismo que ahora nos atenaza por la incertidumbre no debe ser el argumento para no hacer nada nuevo. Si queremos que las cosas cambien debemos hacer cosas diferentes.


Todo camino, por largo que sea, comienza por un primer paso. No esperemos a encontrar el camino para atrevernos a realizar el primer paso en pos de nuestro destino.


Recordando


Mi madre

En el post del pasado mes de mayo publiqué una poesía que trataba sobre la figura de la madre ya que me pareció muy indicado para aportar contenidos a ese mes. Además esa poesía era obra de mi madre, así que se ajustaba perfectamente al propósito que tenía: un homenaje a todas las madres de este mundo.

Una de las grandes aficiones de mi madre era escribir poesías dedicadas a sus seres queridos o tratar aspectos de la realidad que le llamaban la atención. Creo que la poesía de ”La madre” es una de las mejores. No deja indiferente a nadie. Supongo que es por el tema que toca ya que todos nos podemos sentir identificados al mismo de una forma u otra. Por otro lado, tiene un sentimiento y una carga emocional enorme como corresponde a una verdadera obra de arte. Oírla declamarla en directo siempre ha sido toda una experiencia vital.

El 26 de este mes de julio se cumplen 10 años desde que nos dejó y siempre la he tenido presente. Fue una cosa repentina que nos pilló a todos por sorpresa y que siempre me ha impactado. De todas formas tengo la certeza que siempre ha seguido estando a mi lado tanto en los momentos buenos como en los malos. Con la perspectiva del tiempo intento recuperar todo lo que de ella he recibido, que es mucho, y aportarlo a mi vida. Ella sabía vivir la vida bien, disfrutando de todo lo bueno a pesar de los nubarrones que siempre aparecen. Una persona con gran fe en las personas y en Dios que siempre me ayuda a afrontar las cosas cuando no lo hago como debería. Esa fue mi madre.

Me gustaría ser capaz de hacer las cosas más de acuerdo a su estilo. Creo que así será más feliz. Al menos tengo claro el camino a seguir. Siempre le dije que algún día publicaría sus poesías y nunca hubiera imaginado que a través de internet y este blog lo pudiera empezar a hacer. Es una forma sencilla y fácil y que me permite que todo el que quiera las pueda conocer y leer independientemente de donde se encuentre. A ella le hubiera gustado la idea y sólo por esto ya vale la pena. Si además aporta alguna cosa adicional a alguien, mejor.

Muchas personas temen a la muerte cuando resulta ser algo consustancial a nuestra vida. Sin embargo, en nuestra sociedad no existe una educación clara en ese sentido. Es algo que se evita y elude por temor y miedo. Se debería aceptar como algo natural y vivir la vida de manera intensa, plena y sin miedos.

Creo que no se debe vivir con miedo. El miedo paraliza y no te permite vivir el presente. Tenemos nostalgia y recuerdo del pasado e incertidumbre y medio del futuro. No sabemos qué pasará, pero esto no es una razón para hipotecar el activo más importante de nuestra vida: el momento presente en el que vivimos. Hay que vivir este momento con alegría y entusiasmo. Es lo único que realmente tenemos La vida no es corta, son las personas las que permanecen muertas demasiado tiempo.