jueves, 1 de octubre de 2009

Actitud activa y positiva


La vida es bella

Arran del bosc n’hi ha una ermita
a prop l’hotel de Mas Badó
amb una verge dolça i bonica
que té als braços el seu nadó.

Que té l’església , que té l’estança
que omple de pau i dolç conhort,
deixar-la sempre m’infon recança
car deixo en ella bocins de cor.

Proper del bosc la Verge aimada
somriu joiosa tots els moments
que s’hi atansen grans i mainada
a rebre en ella els Sants Sagraments.

Bateigs i noces, l’amor convida
a celebrar en el recer sagrat
o bé a trobar consol sens mida
quan la dissort a colpejat.

Què esperes, no dubtis i vine
veuràs com és bonic i bo
gaudir la joia I pau divina
que té el recer de Mas Badó.

Mercè Rabassó 1982

Levántate y anda

Los pequeños cambios son poderosos

Dicen que la adopción se ha llegado a convertir en una moda. Puede ser que en algunos casos sea cierto, pero creo que con este tema no se puede frivolizar. Se trata de una decisión complicada y difícil, los trámites son muy largos y pesados y el tiempo de espera es lo suficientemente largo que te permite poder madurar una decisión tan importante en tu vida. Por no hablar de que tu vida es examinada y analizada con lupa en todas sus vertientes (médica, económica, socio-familiar, penal, etc.) para determinar si resultas ser un padre “idóneo”. En definitiva, un proceso excesivamente burocrático y mal gestionado desde los organismos públicos.

Las personas que se embarcan en este proyecto vital no son dioses ni individuos temerarios o aburridos con su rutina diaria. Se trata más bien de personas decididas y con coraje dispuestas a aportar su amor y su dedicación a alguien que lo necesita. A pesar de los múltiples impedimentos y dificultades que las distintas administraciones son capaces de llegar a poner durante este largo camino, los padres adoptivos son seres llenos de esperanza, convencidos de que merece la pena hacer alguna cosa para que este mundo sea más y mejor.

El día 14 de este mes se cumple el primer año desde que conocí a mi hijo. La casualidad quiso que coincidiera con su tercer cumpleaños. La experiencia de todo este tiempo ha sido intensa, dura y gratificante. Él sufre un cambio enorme al pasar de un entorno en el que no sabes muy bien que tenía a pasar a tener el amor y cuidados de una familia, acostumbrarse a un idioma y cultura distintas, comidas y olores nuevos, creación de nuevos vínculos, etc.

No se trata de un cambio trivial, ni mucho menos, aunque a priori las cosas se presuman que cambian para mejor. Los padres “idóneos” asumen la tarea de padre y el oficio de educador en un proceso que va de 0 a 100 en muy poco tiempo. No hay transición. Es un “big bang” en toda regla. Para lo bueno y lo malo. Donde hay que indagar qué cosas de las aprendidas hay que preservar y cultivar y cuales se deben desaprender y cambiar. Continúo aprendizaje y constante práctica de prueba y error. El manual de instrucciones no existe y el instinto junto con algún que otro sabio consejo y el cariño son tus mejores aliados.

Pero sobre todo: paciencia e insistencia. Una experiencia vital que desborda cualquier ejercicio de preparación y que pone a prueba todo aquello de lo que somos capaces. Un padre y un hijo no están hechos de nada tan frágil y corruptible como la carne y la sangre. No, un padre y un hijo se forjan con el esfuerzo, la voluntad y el corazón. El transcurso del tiempo consolida los vínculos y acaba poniendo las cosas en su sitio. Como decía el filósofo alemán Friedrich Nietzsche: “Lo que no nos mata, nos hace más fuertes” y, en este caso, sin duda, que nos hemos fortalecido como personas y como familia.

Muchas veces nos preguntamos, y más si cabe en estos tiempos de crisis, porque este o aquel problema no se arregla o soluciona. Porque no interviene el Ayuntamiento, la Comunidad Autónoma, el Estado, la Unión Europea, la ONU, la OTAN, el FMI, la FED y un sinfín de instituciones que se suponen poderosas y alejadas del ciudadano corriente. ¿Son realmente eficaces estas estructuras para resolver los problemas reales de las personas (ej: abandono de un niño)? Algunas por ser demasiado localistas y otras por ser demasiado globales y lejanas dejan muchos problemas esenciales, que en principio deberían de solucionar, en tierra de nadie.

La respuesta del ciudadano de a pie tiende a ser inmovilista o de queja bajo el pretexto de que uno a título individual no puede resolver nada y que ya existen estas instituciones para gestionarlo o resolverlo. No estoy de acuerdo con este argumento. ¿De qué sirve quejarse de lo complicado y difícil que resultan las cosas? Hay muchas cosas en esta vida que dependen tan sólo de uno mismo. Centrémonos en ellas. Hay que levantarse y buscar las circunstancias y si no las encontramos, las debemos de crear. Sólo así conseguiremos que los pequeños gestos a la larga se conviertan en cambios poderosos.